El capitán dio instrucciones para el segundo tiempo: pasar de la ofensiva a la defensiva, jugar pensando en el tiempo que resta y sobre todo, no desgastarse.
Los intentos de grandes transformaciones se archivarán en su mayoría, pues el calendario presiona (quedan 20 meses, escaso lapso para iniciar y concretar revoluciones), y la campaña electoral se asoma.
Sin embargo, el horizonte aún es distante. Una revisión de EF de los objetivos fijados por esta administración en el 2006 en su Programa de Gobierno evidencia que la mayoría no ha llegado a puerto.
De 72 promesas revisadas, solo 15% se habían concretado. Entre ellas destaca la aprobación de la agenda del Tratado de libre comercio con Estados Unidos (Cafta), aumentar las pensiones del régimen no contributivo y las subvenciones condicionadas para secundaria (Avancemos).
Un 33% de los objetivos estaban en fase de ejecución, algunos a la espera de su desarrollo como la reducción de la pobreza (fue de 3,5% el año pasado, pero podría repuntar por la inflación), otros preparándose para entrar a una fase más intensa, como las leyes del agua y la electricidad.
Más de la mitad de las metas estaban en franco déficit, no se habían iniciado, o se habían lanzado por la borda, en campos como la ciencia, la cultura, las reformas políticas y fiscales.
Problemas en el timón
El gobierno de Óscar Arias se enrumba hacia la ruta que tomaron sus antecesores, Miguel Ángel Rodríguez luego del combo ICE, en el 2000, y Abel Pacheco tras concentrarse en la reforma fiscal: navegar sin buscar grandes olas.
Al punto que sus dos ministros Guillermo Zúñiga, de Hacienda, y Roberto Gallardo, de Planificación, encargados del corto y largo plazo, usan un mismo concepto: hablan de que el país no termina con esta administración.
Gallardo lo traduce: es poco viable apostar por proyectos que cambien las relaciones del poder, como reformas fiscales y de Estado (financiar educación con el 8% del PIB, ciencia con 1% del PIB, eliminar el 4-3 en juntas directivas, entre otros).
Pero enfatiza que no renuncian a gobernar y seguirán buscando ambiente para iniciativas relacionadas con lo social, la seguridad y la energía.
Lo social es un reclamo de varios sectores tras el primer tiempo, pero también es la reacción típica del ciclo electoral (tras la inicial restricción del gasto, flexibilizar la chequera para mejorar la percepción).
Hay otros problemas. El capitán perdió a sus contramaestres: Kevin Casas y Fernando Berrocal, los dos coordinadores del Programa de Gobierno, tuvieron que dejar la nave.
De estos náufragos de travesía, Berrocal advirtió que será difícil cumplir la ruta fijada al inicio. "El Programa era una propuesta integral, con varios ejes que se debían trabajar paralelamente, pero el Gobierno no lo hizo así, se avanzó mucho en la agenda del Cafta pero los otros temas no se han tratado", dijo.
Atisbando el horizonte
Con esta visión coinciden otros. El sociólogo Carlos Sojo advirtió que el Gobierno está ante una parada tradicional. "Hay dos años para impulsar grandes cambio, después se agota el combustible político. El problema del ciclo político ya no es solo de gobierno a gobierno, sino dentro de la misma administración, así cuesta que haya políticas públicas", opinó.
El sociólogo Carlos Carranza, por su parte, interpretó la encerrona del Gobierno como señal de que se ajustan prioridades. "Hay un déficit en lo social, ciencia y tecnología, y campos donde falta más enunciación, como energía y agricultura", expresó.
Lo social se presenta como el ancla para este segundo tiempo, pero hay señales de tormenta, tras el aumento de la inflación y el descenso en las expectativas de crecimiento económico.
Sin embargo, el economista Juan Diego Trejos advirtió que hay que esperar que el panorama se despeje. "Se podría esperar un repunte de la pobreza, pero hay un margen para compensar, con las acciones como pensiones y avancemos, y el dinamismo en la construcción, clave para el empleo no calificado", expresó.
Sin embargo, se requieren cambios: Berrocal advirtió que el Gobierno se volvió autista, y que debe recuperar el diálogo para procurar avances en seguridad, lo social y la infraestructura.
Otros, como el abogado Rubén Hernández, consideran que se debe revisar la brújula. "No se dio prioridad a lo necesario, hay quejas de que el Estado es inoperante, pero no se presentan las reformas requeridas", aseguró.
En lo que hay consenso es que esta segunda etapa se realiza en contra de la marea: la confianza en el Gobierno se reduce, mellada con el escándalo de las consultorías del BCIE.
El resultado es un capitán a la defensiva, que quiere evitar acciones que lo desgasten más.
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