Queridas amigas y amigos de la Hora del Silencio:
Según informó la prensa, hoy salió hacia los Estados Unidos el dueño de esta casa, el Dr. Oscar Arias Sánchez. Viaja a Washington con el propósito de reunirse con G. W. Bush y otros mandatarios centroamericanos y pedirles que le extiendan el plazo para la ratificación por parte de Costa Rica del Tratado de Libre Comercio.
¿A qué se deben las innumerables penurias sufridas por el gobierno para la aprobación de este tratado a pesar de que maneja, como los botones de una computadora, las decisiones de todos los poderes del Estado y en particular de la Asamblea Legislativa?¿ Cómo es posible que pese al escandaloso fraude realizado en el referéndum, a las inconcebibles manipulaciones a que fue sometida la Sala IV con la introducción de un sirviente suyo, al prevaricato del tribunal de elecciones y a la escalofriante sumisión y abyección del G 39 y otros más, no haya podido a estas alturas depositar, debidamente aprobado, el TLC, en la OEA?
De todos modos, le recordamos a nuestros amigos, amigas y compañeros del movimiento patriótico que alcancen a leer estas letras, que cualquiera que sea el documento que deposite el gobierno, se trata de un instrumento jurídicamente nulo, carente de toda validez, tal como lo demostró de manera inobjetable un grupo de eminentes juristas de la Universidad de Costa Rica. De esa demostración nos hicimos eco en esta misma esquina hace algunas semanas.
Pero la situación del gobierno ha empeorado. Las encuestas revelan que se encuentra aislado y desprestigiado. Además, resultó tan flagrante la violación de las exigencias legales que lo obligaban a consultar el último proyecto de la agenda complementaria a las comunidades indígenas, que a la Sala IV no le quedó más remedio que exigir la realización de esa consulta. Impuesta de esa obligación, la Asamblea Legislativa no tiene más alternativa que esperar a que la consulta sea realizada antes de aprobar la ley que ratifica el tratado de las obtenciones vegetales. Pero el sicariato legislativo, temeroso del tiempo necesario para la realización de la consulta y más aún, acobardado ante el resultado mismo de la consulta que será, con absoluta seguridad, abrumadoramente contraria a la aprobación de la ley, intenta ahora taparles la boca a los pueblos indígenas y brincarse a la torera esta obligación jurídica, y por demás, obligación étnica, obligación ética y obligación moral.
El mundo entero debe saberlo. Con el único fin de realizar una triquiñuela politiquera, este flamante premio Nobel de La Paz repudia la expresión cívica de los pueblos indígenas de Costa Rica, los convierte en una etnia prescindible y de segunda clase y declara como inválida e innecesaria, la opinión de sus pueblos sobre un asunto que les afecta de manera directa ¿Qué dirán sobre esto las organizaciones indígenas de los Estados Unidos, de Guatemala o El Salvador, a cuyos gobiernos acude Óscar Arias a implorarles una prórroga?
Compañeros y compañeras: si cuando el TLC fue propuesto resultaba absolutamente imprescindible realizar los esfuerzos más heroicos a fin de impedir su aprobación, si durante todo este tiempo el pueblo costarricense ha demostrado que no resulta fácil pasarle por encima y ha dado muestras de un coraje a toda prueba, si fue necesario sumar toda la determinación y toda la conciencia que hacen de los costarricenses una colectividad más lúcida y valiente que antes, pues bien, hoy resulta 100 veces más importante derrotar ese instrumento. Porque el TLC, además de un instrumento de anexión y subordinación, se ha convertido en un medio brutal y despiadado de sumergirnos en la crisis económica que apenas comienza los Estados Unidos.
Con el gobierno, obviamente, no hay nada que hacer. Pero está esa magnífica representación patriótica de respetables dirigentes, hombres y mujeres, surgidos al calor de esta batalla cívica, que deben retomar con más fuerza que el primer día, la lucha por hacer imposible la aprobación del TLC.
En particular, Don Otton Solís, que es economista y cuyo partido cuenta con 15 diputados, sabe perfectamente que la única forma que tienen el imperio de atenuar las descomunales pérdidas provocadas por la recesión, que la única manera de atenuar el impacto que provoca en su deuda la compra de papeles sucios y sin ningún valor, léase operación de salvataje, cuando decide comprar corporaciones en quiebra, es inundando al mundo de sus mercancías, evitando al máximo comprar en el exterior y forzar a los inversionistas a colocar hasta el último cinco en las inversiones locales. El imperio sabe y don Otton no lo ignora, que los únicos países con quienes los Estados Unidos conservan una balanza comercial superavitaria, es precisamente con los países con quienes tiene firmados tratados de libre comercio. Pero además, se incrementa al cubo la tentación de las corporaciones por comprar nuestros activos más rentables, incluidos por supuesto, biodiversidad, playas y bellezas naturales. Y la compra es para siempre.
Hoy más que nunca, defender la Patria, es el mayor imperativo de nuestro tiempo.
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