Flora Fernández
18 de Febrero 2008
En 1987, el sociólogo y pacifista noruego Johan Galtung recibió el Premio Nobel Paz Alternativo y en 1993 fue galardonado con el premio Gandhi por ser un activista por la paz de gran impacto a nivel mundial. De su extensa obra -más de 50 libros y miles de artículos y conferencias sobre la paz- su libro "Peace by Peaceful Means" (Paz por medios pacíficos) expone entre otros conceptos el de "la paz negativa".
De acuerdo con Johan Galtung, la palabra paz tiene dos grandes acepciones: la negativa y la positiva, relacionadas con la violencia directa y estructural. La paz negativa pone énfasis en la no-existencia de violencia directa, estructural o cultural: la ausencia de guerra es paz, para mantener la paz es necesario un aparato militar, un cese al fuego sería sinónimo de paz, aunque no sea paz duradera y verdadera. En cambio, la paz positiva existe cuando hay un elevado nivel de justicia, se reconoce la igualdad en la diversidad, la armonía y se elimina la violencia estructural, que es aquella que impide a las personas satisfacer sus necesidades espirituales y materiales.
Paz negativa llevada al plano familiar, podría ser el caso de la persona que para evitar el conflicto, se somete con sumisión al arbitrio de su padres o cónyuges. En el plano laboral, la ausencia de conflicto puede darse cuando los y las trabajadoras son sometidos a jornadas laborales extenuantes, acoso laboral o psicológico, desconocimiento de sus derechos, salarios de hambre donde el trabajador o trabajadora se abstiene de reclamar y así se dice que existe "armonía laboral". En la calle cuando un indigente se alimenta de la basura de los negocios de comida rápida, hay paz negativa porque no roba ni agrede a nadie para comer. El concepto de paz negativa es horrendo, porque se trata de guardar apariencias.
Insistir en que en el referéndum del TLC el pueblo votó libremente es otro ejemplo de paz negativa. Sería necesario ignorar que hicieron pedazos la democracia y la legalidad para vivir en paz; pasar por alto la coacción ejercida sobre muchísimos empleados, las mentiras cínicas y uso de fondos públicos de funcionarios de gobierno, la violación de la tregua electoral, la injerencia del embajador Langdale, las amenazas veladas del imperio y sus vasallos a través de la televisión internacional en el más asqueroso fraude mediático que ha ocurrido en Costa Rica.
La sangrienta garroteada que los funcionarios del Ministerio de Seguridad propinaron a dos ciudadanos que el 5 de febrero participaron en una caminata pacífica del TSE a la Corte, es otra contradicción porque precisamente a esos funcionarios les corresponde velar por la seguridad de los y las ciudadanas. Esa acción violenta se respondió con no-violencia, pero eso no es paz. Los antimotines llegaron para "mantener la paz" y al rato debieron retirarse, porque la protesta no fue violenta y surgió cuando nos negaron el derecho de tránsito y libertad de expresión que nos garantiza una Constitución que no se cansan de violarla.
Nos callamos y vivimos en paz, aunque esa paz sea negativa y "pasamos la página". ¡No, de ninguna manera vamos a pasar una de las páginas más oscuras del país u olvidar esa mancha indeleble contra la institucionalidad, la democracia y la rectitud! Los magistrados del TSE siguen en deuda y por supuesto, no pagarán por ella.
Aparentar que todos somos una familia (hermaniticos) y debemos respetar la decisión de la mayoría es otra forma de fomentar una paz negativa. En todo caso, y si queremos hablar de respetar a la mayoría, lo correcto sería respetar al 40% de la gente que no votó porque no cree en el sistema. Esa es la verdadera mayoría aunque nos cueste admitirlo.
Pretender que para mantener la paz debemos aceptar un resultado espurio y fraudulento, nos lleva a la paz negativa y a una mayor polarización a la que prevalece. La salida de Fernando Sánchez cada día se vuelve más necesaria, sobre todo porque ya vemos como las semillas de cizaña que propuso lanzar cayeron en su propio terreno y la frágil coalición del G-38 ha comenzado a desgranarse al revelarse las mentiras y negociaciones bajo la mesa, que comienzan a aflorar.
Quizás la torta de la renegociación y el enredo en torno al acta de implementación sean el mejor pretexto para restablecer la paz positiva en Costa Rica después del 29 de febrero próximo, mediante un diálogo abierto y participativo, de lo contrario Arias será recordado como otros galardonados con el Nobel de la Paz que fomentaron "Paz Negativa", como Theodore Roosevelt (1906) o Henry Kissinger (1973)
Tal diálogo no puede hacerse a espaldas del pueblo como se realizó la negociación del TLC y mucho menos con la coacción, miedo y mentiras del referéndum. Decía Paulo Freire en 1986 "La paz se crea y se construye con la superación de las realidades sociales perversas. La paz se crea y se construye con la edificación incesante de la justicia social". Veremos si Oscar Arias realmente entiende lo que es la paz positiva y reivindica el galardón que le dieron en 1987.
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